viernes, 29 de mayo de 2020

LA CRISIS ALIMENTARIA POR EL COVID-19 SERÁ PEOR QUE LA ENFERMEDAD




Aunque no han sido directamente atacados por el virus, las personas más pobres, podrían todavía sufrir pérdidas más grandes: la caída de sus ingresos y, como consecuencia, hambre.
Un enorme impacto del COVID-19 que es la economía, y que está eclipsando a la misma enfermedad.
EL RESULTADO: Gente en las calles, retando a la muerte
Los expertos señalan que la economía en el mundo se va reducir este año al menos en 3%, lo que le daría un golpe directo a las exportaciones de productos básicos, las remesas y el turismo, sectores de los que muchos países pobres dependen para sobrevivir.
Según el Banco Mundial, el porcentaje de la población mundial en pobreza extrema – es decir, los que sobreviven con menos de 1.9 dólares diarios – se incrementará por primera vez en 30 años. Al principio del año, las Naciones Unidas calcularon que 130 millones de personas estarían en riesgo de hambre. “Ahora creemos que serán 265 millones”, afirma Naciones Unidas.
“PODRÍAMOS TENER HAMBRUNAS MASIVAS”
El coronavirus puede doblar el número de personas que sufren hambre aguda en América Latina según el Programa Mundial de Alimentos en su último reporte de ésta semana.
El número de personas que sufren hambre aguda podría doblarse este año hasta alcanzar los 265 millones debido a la crisis económica provocada por la pandemia de coronavirus, ha alertado el Programa Mundial de Alimentos.
El director del Programa Mundial de Alimentos ante el Consejo de Seguridad, así explica el tema:
“Hoy, con la COVID19, quiero destacar que no solo nos enfrentamos a una pandemia de salud, sino también a una catástrofe humanitaria global. Millones de civiles que viven en naciones heridas por los conflictos, incluyendo a muchas mujeres y niños, pueden estar a punto de morir de inanición, con el fantasma de la hambruna como una posibilidad muy real y peligrosa”.
El PMA asegura que es crítico actuar rápido para evitar que la gente que tiene que ganarse el pan cada día vendan sus bienes, ya que después puede llevarles años volver a ser autosuficientes. Si los campesinos venden sus terrenos o ganado puede tener repercusiones en la producción de alimentos en los próximos años.

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